Comuna de París – Genocidio en Gaza

Nota Introductoria: Traducción realizada en conjunto por Aradenatorix y Benjamín Argumento. La idea de que «Palestina es el futuro del mundo» y de que el mundo avanza a un sistema de «apartheid mundial con zonas de sacrificio para las poblaciones ‘excedentes'» nos parecen sumamente relevantes, más a la luz del campo de exterminio encontrado en Teuchitlán, Jalisco, que nos hace ver como inmediatas para América Latina las advertencias de los camaradas de Portugal. 

Cuerpos de Palestinos masacrados en Gaza por las fuerzas de ocupación israelí al lado de cuerpos de communards masacrados por Versalles en la represión que siguió a la Comuna.

Publicado por Colectivo Ruptura el 20 de Marzo de 2025

La mañana del 18 de Marzo hace 154 París fue despertada por gritos de “¡VIVA LA COMUNA!”. Las masacres por parte de la burguesía contra el joven proletariado en junio de 1848 habían dejado clara, por lo menos para la endurecida vanguardia que sobrevivió, la necesidad de que este se organizara para tomar el poder y aplastar el aparato estatal burgués. En 1871, el proletariado se erguía de nuevo, y esta vez la necesidad de su dictadura era reconocida y respondida con una fuerza explosiva por parte de sus masas: con la Comuna, el proletariado hizo una crítica armada de las vacilaciones de sus primeros intentos de emancipación.

También fue el 18 de Marzo, pero de este año, que Israel volvió a bombardear Gaza, matando a 400 palestinos en un solo día, con un número de víctimas que aumenta constantemente. Desde el cese al fuego de enero, Israel ha escalado su ofensiva contra Cisjordania y más específicamente contra el campo de refugiados de Yenin, superando incluso las masacres que cometió allí durante la Segunda Intifada, y ha seguido matando e imponiendo el bloqueo humanitario a Gaza. También esta semana, que Yemen, en reacción a la violación del cese al fuego por parte de Israel, volvió a bloquear el Mar Rojo, siendo inmediatamente bombardeado por los Estados Unidos. El exterminio activo sionista parece volver a la región, con el fin de un cese al fuego que se había firmado en condiciones de derrota para las diversas fuerzas que componen el llamado “Eje de la Resistencia”.

El régimen de Assad, sin fuerzas para mantener de su lado la red de milicias y clanes en la que, ya desde 2011-2012, su aparato estatal se había separado y destrozado, cayó, con el país desintegrado y dividido entre facciones islamistas apoyadas por Occidente, la ocupación israelí al sur, y lo que queda de Rojava y las fuerzas pro turcas al norte. Durante la agresión israelí en Líbano, Hezbolá mostró también no ser la misma fuerza, cuantitativa y cualitativamente, que era en 2006, viéndose, al ser forzado a firmar un cese al fuego, incapaz de contestar al plan sionista de separar los frentes de la guerra regional para enfrentarse a ellos uno por uno. Irán, un país que oprime y masacra brutalmente al proletariado, a las mujeres, a los inmigrantes y a las diversas minorías nacionales dentro de sus fronteras, permanece pasivo delante del genocidio, reaccionando apenas puntualmente a los ataques directos.

La “Guerra contra el Terrorismo” y el expansionismo sionista hacen que, en lo inmediato, la “Paz” implique la normalización de las relaciones con Israel y la aceptación de los varios millones de muertos que exige el proyecto sionista: ésta es la “Paz” que buscan los estados árabes alineados con Riad y que les permitirá sacar provecho y obtener la fuerza militar necesaria para reprimir las revueltas en sus países.

La “paciencia estratégica” de Irán y las acciones del “Eje de la Resistencia”, también vinculadas de diversas maneras al paradigma de la “Guerra contra el Terrorismo” (con, por ejemplo, la complicidad de Irán y las milicias iraquíes pro-Eje en la invasión y ocupación estadounidense de Irak1), demostraron no estar a la altura de las tareas planteadas por la resistencia palestina en la Operación “Tormenta de Al-Aqsa”. Sólo Ansarallah en Yemen, al frente de un país con todavía fuertes restos de formas de producción precapitalistas, condenado por el sistema-mundo a un lugar de subdesarrollo y también a ser sacrificado a los planes de los países árabes —en resumen, donde los problemas y los límites de la revolución anticolonial, luego nacional-revolucionaria, siguen estando a la orden del día— pudo entender el objetivo de este levantamiento, que era volver imposible el proyecto israelí de normalización regional y genocidio silencioso, y la escalada total que implicaba apoyarla seriamente.

Es la unidad de los “hambrientos de la tierra” al elegir convertir toda la región en un campo de batalla2 en lugar de dejarse conducir “pacíficamente” hacia el exterminio, y no la política interestatal, la que fue puesta sobre la mesa. Las repetidas incursiones del régimen sionista en Gaza demuestran que, para Israel, la “paz” significa reagrupar sus fuerzas y arrastar a la resistencia palestina a una mayor dependencia del terreno diplomático, donde radican la mayor parte de sus contradicciones y límites3. Ya los proyectos políticos democráticos occidentales, a su vez, se asientan sobre los escombros de Gaza, Yenin o Saná; por lo que la paz entre colonialistas y colonizados es imposible. La lucha contra Israel no puede llevarse hasta sus últimas consecuencias mientras esté dominada por regímenes burgueses —ya sea Irán, el equipo legal de Sudáfrica en la CIJ, o la farsa de la “diplomacia europea”— más dispuestos a proteger su propio pellejo que a ganar. Mientras tanto, en el núcleo imperial occidental, con la militarización en curso de la UE y el uso de deportaciones para reprimir al movimiento antiimperialista, la Guerra contra el Terrorismo se funde cada vez más con la Guerra contra el proletariado inmigrante.

La democracia en que vivimos lleva irreversiblemente el ADN y el repertorio del fascismo, del Holocausto y de múltiples genocidios coloniales: ya hable de armamento o de paz, de policía o de redistribución, hoy apunta hacia una mera gestión de las crisis crónicas del capitalismo mundial, hacia la construcción de un apartheid mundial con zonas de sacrificio para las poblaciones “excedentes” a las necesidades del capital, que cada vez tiene más dificultades para asegurar su acumulación. Palestina es el futuro del mundo. Hace décadas que se “ensayan” con los palestinos nuevas tecnologías de represión, vigilancia y matanza, desde armas infrasónicas y electromagnéticas para el control de multitudes, hasta mecanismos de reconocimiento facial, hoy utilizados por la mayoría de las fuerzas de seguridad y ahora incluso por grupos reaccionarios4. “Forjadas” en las masacres de Gaza y en la vigilancia en los campos de refugiados y en los puestos de control fronterizos de Cisjordania, estas tecnologías se venden como “probadas en combate” a Estados nación de todo el mundo, sirviendo Palestina como un laboratorio de violencia capitalista-imperialista.

Es urgente hoy una política liberada no sólo de los aparatos estatales, horizontes electorales y burguesías imperialistas, como también de los intereses inmediatos y de la “seguridad” de las clases medias y aristocracias obreras del Norte global. La lucha contra el genocidio en Palestina, siendo la imagen del futuro del imperialismo en todo el mundo, levanta horizontes mucho más allá de sí misma. Enarbola, cualquiera que sea la coyuntura hacia la que nos dirigimos y cualesquiera que sean las tareas concretas que nos imponga, la bandera de la lucha internacional para construir el Partido Comunista. El colonialismo de asentamiento en general y el genocidio actual en específico no sólo exterminan más allá de las clases, sino que nivelan la estructura de clases: tanto la masacre como la lucha por la supervivencia inmediata en Palestina hacen, por lo tanto, que la cuestión de la tierra sea la cuestión que enfrenta más inmediatamente al proletariado como una cuestión de vida o muerte para millones de personas en Palestina y el resto del mundo. Esta cuestión, la del vínculo con la tierra entrelazado con la resistencia a la expropiación, la expulsión y el exterminio, aún es relevante. Si bien las respuestas ya no son las mismas que en 1871 o 1917 (reforma agraria, liberación nacional, etc.), los comunistas no pueden ignorarla, a riesgo de permanecer ajenos a las luchas reales de estos millones de explotados y oprimidos. El imperativo de acabar con el imperialismo, no sólo en Gaza, sino en todo el mundo, implica que el programa de lucha sea contra el capitalismo en general: o sea, sin ser el comunismo una fuerza real capaz de intervenir en la lucha contra el imperialismo y por la tierra, el proletariado de las naciones enfrentadas al genocidio sólo puede sobrevivir disolviéndose en fuerzas burguesas, las que se ven obligadas a luchar contra el imperialismo que también las masacra hoy, pero que mañana no tendrán otra opción sino mirarlo como modelo a seguir. La época histórica de las burguesías revolucionarias ya pasó y no volverá.

Más que nunca, “sí a la paz, no a la guerra” es una consigna tan vacía de contenido político como las celebraciones de la Comuna de París por los partidos opuestos a la dictadura del proletariado, como el P “C” P5. El programa convocado por la práctica de la resistencia palestina —la insurgencia contra los ejércitos coloniales, la destrucción de las prisiones y la liberación de los presos, el ataque a las condiciones de reproducción de las metrópolis imperialistas— es uno cuyas implicaciones deben ser articuladas en nuestra perspectiva de la revolución mundial, abordando el accidentado terreno de las guerras anticoloniales nacionales y las fuerzas de clase que éstas pueden desencadenar, y de su integración en la venidera guerra civil del proletariado mundial contra la burguesía que necesariamente acompaña a la revolución comunista.

Una guerra de liberación nacional nunca será una revolución comunista, pero la represión de ambas por el capitalismo e imperialismo está entrelazada. Mientras la Comuna era amenazada tanto por el ejército francés como por el prusiano, los obreros alemanes atacaron su industria bélica con una oleada de huelgas para detener las armas que matarían a sus hermanos comuneros en París, una posición que Engels elogió como uno de los primeros casos de derrotismo revolucionario e internacionalismo proletario. El apoyo dado por los comunistas a las guerras nacionales anticoloniales es siempre contingente, y aquí la línea a seguir deberá surgir de la iniciativa de los proletarios sublevados en los regímenes árabes colaboracionistas, y de los futuros comunistas que se forjarán en esos combates. No hay ninguna duda ni contingencia, entretanto, sobre el deber de los comunistas y de los trabajadores del núcleo imperial de luchar siempre por la derrota de nuestros países, porque no es posible que un pueblo sea libre mientras oprime a otro; o, más concretamente, es imposible que el proletariado sea libre mientras se identifica e integra materialmente en la nación que lo oprime a él y a sus hermanos de clase. Reconocer esto, en la teoría y en la práctica, es la única forma de ayudar a construir el Partido Comunista como fuerza mundial y de llevar hasta las últimas consecuencias la guerra contra la guerra: es la única forma de celebrar 1871.

La clase obrera no esperaba de la Comuna ningún milagro. Los obreros no tienen ninguna utopía lista para implantar par decret du peuple [por decreto del pueblo]. Saben que para conseguir su propia emancipación, y con ella esa forma superior de vida hacia la que tiende irresistiblemente la sociedad actual por su propio desarrollo económico, tendrán que pasar por largas luchas, por toda una serie de procesos históricos, que transformarán las circunstancias y los hombres. Ellos no tienen que realizar ningunos ideales, sino simplemente liberar los elementos de la nueva sociedad que la vieja sociedad burguesa agonizante lleva en su seno.6


  1. Las Fuerzas de Movilización Popular, en general, fueron, con el difunto régimen de Assad, el eslabón más débil del Eje, y estuvieron entre las primeras fuerzas que se negaron a escalar contra Israel.
    https://dasrukamao.substack.com/p/the-iraqi-resistance-at-further-glance
    https://www.washingtoninstitute.org/policy-analysis/iraqi-militias-downscaling-their-anti-israel-actions
    https://apnews.com/article/iraq-us-islamic-state-isis-pmf-withdrawal-coalition-b9194ed8e8ad944b15aaf7e41337912c↩︎
  2. Una afirmación polémica viniendo de Portugal, más aún a la luz de nuestra impotencia actual, pero que se encuentra reflejada tanto en el análisis/estrategia y retórica de Yemen como como en otros posicionamientos provenientes de la región. Vease, por ejemplo: https://robashlar.substack.com/p/gaza-a-human-matchstick↩︎
  3. Como la relación con Turquía, que mantiene todo tipo de relaciones con Israel y es, por supuesto, una pieza clave de la OTAN, y a Qatar, formó parte de la coalición liderada por Arabia Saudí contra Yemen, y también los esfuerzos realizados por China para reconciliar a
    la OLP con Hamas.↩︎
  4. Por ejemplo, los hooligans del club Betar de Estados Unidos, que con otras organizaciones sionistas y de derecha de los Estados Unidos, ayudaron en el doxxeo de varias figuras del movimiento pro Palestina, como Calla Walsh↩︎
  5. Nota del traductor: Partido Comunista de Portugal, con comillas en “Comunista”.↩︎
  6. Nota del Traductor: tomado de https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gcfran/guer.htm↩︎

Sobre Palestina y la inutilidad de los liberales occidentales, traducción de un texto de Caitlin Johnstone

Sobre Palestina y la inutilidad de los Liberales Occidentales.

Caitlin Johnstone. 3 de Marzo 2024.

Hay un exasperantemente común tipo de liberal que pretende oponerse a las acciones de Israel en Gaza mientras al mismo tiempo dice apoyar «el derecho de Israel a existir», como si la existencia de Israel pudiese separarse de alguna manera de sus asesina naturaleza genocida. Este es un Estado que literalmente no puede existir sin una constante violencia y tiranía, como lo demuestra toda su historia desde su inicio. Desde su origen fue constituido como una colonia del imperialismo occidental, y eso es lo que ha sido desde entonces.

La historia ha establecido de manera concluyente que no es posible imponer un Estado étnicamente puro sobre una población previamente existente en el que esta población preexistente sea subordinada legalmente al nuevo grupo sin tremendas cantidades de guerra, violencia policial, desplazamientos forzados, apartheid, privación de derechos y opresión. Esto no es rebatible. Es un tema resuelto.

¿Es posible tener una nación en la que los judíos sean bienvenidos y respetados? Por supuesto. Existen muchas naciones así fuera de israel, y la mayoría de los judíos del mundo viven en ellas. Lo que **no** es posible es un Etnoestado en la Palestina histórica donde la población preexistente sea tratada como inferior a la población judía sin que esto implique por necesidad violencia, abuso y tiranía permanente. Esta es una evidente contradicción en fines, pero es lo que los liberales que debatimos aquí pretenden que es una posibilidad razonable.

Definitivamente podría haber un Estado en esa región donde los judíos y los palestinos puedan coexistir pacíficamente, pero sería extremadamente distinto del Israel de hoy en día que no podrías pretender que fuera el mismo Estado que el que vemos ahora. Implicaría un una transformación tan dramática de la civilización israelí, un desmantelamiento tan comprehensivo del profundamente enraizado racismo, una reestructuración tan drástica de los sistemas existentes de gobierno, tanto trabajo, sacrificio, humildad, trabajo interior y reparaciones, que sería un sinsentido llamarlo por el mismo nombre.

Y eso no es de lo que los liberales en cuestión están hablando cuando dicen que se oponen a las atrocidades de Israel en Gaza, pero que «apoyan el derecho de Israel a existir». Lo que quieren decir es que desean que Israel sea el Estado tiránico y de apartheid que siempre ha sido, pero que paren las masacres. Quieren que la injusticia continúe, pero quieren que las manifestaciones más violentas de esta injusticia les dejen de causar disonancia cognitiva. Quieren el Status Quo, pero sin el asesino salvajismo que es necesario para la existencia del Status Quo. Quieren creer que viven en una tierra imaginaria de fantasía donde eso es posible.

Para que esta fantasía aparezca más creíble, los liberales pretenden que la violencia que vemos puede ser culpada exclusivamente en el gobierno de Netanyahu, como si las cosas fuesen bien sin Bibi en el poder a pesar de que en los hechos los abusos de Israel empezaron mucho antes de que él apareciera, y a pesar de que las atrocidades en Gaza cuentan con el apoyo de la amplia mayoría de los israelíes. La violencia israelí no es resultado de Netanyahu, Netanyahu es resultado de la violencia israelí. El construyó su carrera política sobre sentimientos que ya estaban ahí.

También se cuentan a si mismos cuentos de hadas acerca de una solución de dos Estados para validar su postura, ignorando hechos inconvenientes como que oficiales israelíes han estado declarando abiertamente que nunca existirá un Estado palestino, que la mayoría de los judíos israelíes masivamente se oponen a esa medida, y a que se construyen asentamientos israelís en los territorios palestinos con el fin explícito de hacer imposible una solución de dos Estados. Los liberales se creen estas fantasías como un especie de apaciguador cognitivo, que les permite relajarse y sentirse bien consigo mismos a pesar de que no están apoyando ninguna propuesta viable que vaya hacia la justicia.

Y para ser claros esto no es sólo lo que piensan los liberales entorno a Israel-Palestina; son todas sus posiciones ante cualquier cosa. Ante cualquier tema su postura es poco más que «mantengamos el Status Quo, pero hagamoslo más psicológicamente confortable para mi.» Nunca quieren hacer lo correcto, sino solo sentir que hacen lo correcto. La suya es una ideología imperialista, militarista, tiránica y oligárquica con un montón de estampas de justicia social que les hacen sentir bien pegadas encima. Una bota en tu cuello y una flor en su cabello.

Eso es lo que son los liberales. Es quien siempre han sido. Phil Ochs publicó la canción «Love Me, I’m a Liberal» (ámame, soy un liberal) en 1966, y no han cambiado un ápice desde entonces. Los temas cambian, así que sus argumentos cambian, pero sus valores de «mantengamos el Status Quo pero hagamos que me sienta bien al respecto» han sido los mismos desde hace generaciones.