Lo impensable de la revuelta de esclavos

Aquellos que dicen que Israel sabía de los planes de Octubre 7 desde el principio están reempaquetando un viejo tropo colonial que afirma que los nativos son demasiado dóciles, demasiado sumisos, demasiado cobardes, y demasiado inferiores para revelarse contra sus opresores.

Por Zubayr AlikhanPublicado en Mondoweiss el 8 de Febrero, 2024

El 7 de octubre de 2023, los palestinos lanzaron la operación decolonial más grande en la historia de Palestina. Serrucharon sus grilletes, destruyeron su celda, atravesaron la pared de hierro. Los palestinos tomaron los cielos. Cegaron las cámaras, cortaron las comunicaciones, y penetraron en los asentamientos. Paralizaron una potencia nuclear colonial y pusieron al imperio de rodillas. Cortaron el cordón umbilical de impenetrabilidad, seguridad y dominio sacrosanto, vital para todo proyecto colonial.

Inmediatamente, los escribas y políticos del imperio, los administradores coloniales, conservadores y liberales — sobre todo liberales — pusieron manos a la obra. Su tarea tenía dos direcciones: asegurarse que el mundo viera a los nativos como hordas salvajes, bárbaros, animales, la quintaesencia del mal — aquí, los liberales rápidamente olvidaron la corrección política y se apresuraron a condenar — y, simultáneamente, re-establecer el domino.

El primer objetivo tomó por asalto al mundo, pero para cualquiera con la mente clara siempre fue una falacia y ahora ha sido incansable y completamente desacreditado. El segundo, por otra parte, permeó en el cerebro de muchos, aún aquellos potencialmente bien intencionados, sin saberlo. Este re-establecimiento del imperio se ha manifestado de varias maneras: los palestinos no podían haber roto el cerco ellos solos, no podían haber penetrado el domo de hierro, los sistemas de seguridad de Israel son demasiado avanzados para haber sido sobrepasados o desarmados — Israel “les dejó hacerlo”.

Sin perder un instante, una operación sin precedentes que rompió con la noción de invencibilidad imperial fue reinterpretada como una herramienta imperial. Era parte de un plan maestro imperial para atrincherar y expandir aún más el dominio — los nativos eran peones inconscientes a disposición de un poder colonial omnisciente e intelectualmente superior. De esta corriente de pensamiento — y hacia ella — emanan otras verdades, medias verdades, y mentiras que ponen en evidencia y solidifican su control. Israel de hecho apoya y creó a Hamas, dicen algunos. Netanyahu planeó esto para ganar las próximas elecciones, afirman otros. Y, mi favorito, — particularmente porque ha sido engordado por los estenógrafos del New York TimesIsrael supo todo desde el principio.

Seguramente el próximo descubrimiento será que Israel sabía de la Operación Inundación de Al-Aqsa antes que los propios palestinos, que ellos lo elucubraron, y lo plantaron en las mentes de los palestinos. Apuntalando todo esto — y constituyendo su razón de ser — está lo impensable de la revuelta de esclavos (o nativos).

Lo impensable de la revuelta de esclavos es un concepto introducido por Michel-Rolph Trouillot para explicar las respuestas Imperiales de Occidente, los silencios, y el silenciamiento de la Revolución Haitiana. Mientras Trouillot lo usa en relación con el imperialismo del siglo XVIII, esta impensabilidad aplica perfectamente al presente — el imperio, sus ideologías, su colonialismo, sus genocidios y sus colonias, no son el pasado a ser estudiado, sino una realidad material y violenta que se experimenta hoy en día.

La reacción más común en Francia, Inglaterra, España y los Estados Unidos ante el estallamiento de la Revolución Haitiana fue el descreimiento. La noticia era falsa. Los hechos —al igual que hoy los hechos en torno a la Inundación de Al Aqsa — eran demasiado improbables. De cualquier modo, los hechos tenían que ser falsos, porque los negros, como los palestinos, eran bestias sin conciencia, salvajes, latigueados hasta la docilidad, flojos, desorganizados, e inferiores — eran categóricamente incapaces de pensar una operación así, más aún de organizarla ellos mismos o de llevarla a cabo.

Aún si de alguna forma habían conjurado espíritus y logrado estos milagros, la superioridad intelectual, militar, económica y racial de los blancos aseguraban que serían rápidamente sofocados, encadenados y devueltos al trabajo una vez más. El problema, sin embargo, era precisamente que Occidente estaba reaccionando — a posteriori — e inventando explicaciones mientras los negros y los palestinos hacían lo impensable, activamente neutralizaban a las fuerzas coloniales, y reclamaban su tierra.

Lentamente y a regañadientes, la realidad de los hechos caló. Noticias sobre las inmisericordes hordas negras masacrando a los blancos llegaron a Europa, y los sionistas proclamaron de nuevo los “Horrores de Santo Domingo”. Las noticias que habían racionalizado de varias formas — los hechos categóricos eran, son, impensables. De ahí, la revolución era un “repercusión desafortunada de los malos cálculos de los dueños de plantaciones”, la Inundación de Al Aqsa era el resultado de “una cascada de tropiezos que llevaba años” por parte de Israel. “No buscaba un cambio revolucionario,” no buscaba la decolonización, “no era apoyada por la mayoría de la población esclava”, era Hamas actuando sola y los palestinos no lo apoyaban, “era obra de agitadores”, Irán lo había instigado, “era la… consecuencia de varias conspiraciones confabuladas por no-esclavos”, había “fugas en la inteligencia israelí”. Con los negros y los palestinos intelectualmente nulos, “cada grupo escoge a su enemigo favorito como el más probable conspirador [y] se acusan uno a otro de ser el cerebro detrás de la revuelta.” En Haití eran los británicos, los monárquicos, los mulatos; en Palestina la mente maestra era Irán y, detrás de ellos, Rusia y China.

Aquí, algunos correrán a lanzar insultos o acusarme de ingenuidad por despreciar el deslumbrante hecho del conocimiento previo del sionismo (como si yo fuese el imperio). Debo de clarificar. Nada de lo que he dicho es para insinuar que el régimen sionista no sabía — aunque mi instinto aún duda en creerlo — sino decir que la operación era impensable para ellos, que su saber/no saber es irrelevante, y que la forma en que se desarrollaron los hechos y su consecuencia está fuera de sus omnipotentes manos, y caen en las manos de los palestinos, los dueños de la tierra y de la resistencia.

Es interesante que, entre todo el trabajo de taquigrafía imperial presentado en la investigación del Times sobre la Inundación de Al Aqsa, hay una línea que ha sido la más ignorada y descontada en el esfuerzo de bombardear los sucesos inesperados del 7 de octubre de vuelta al dominio del imperio, bajo sitio o, mejor aún, fuera de la memoria.

Luego entonces, esta línea, puede ser retomada por tener una potencial verdad: > “[Israel mantuvo la] idea fatalmente equivocada de que Hamas no tenía la capacidad de atacar y que no se atrevería a hacerlo… [una] idea tan arraigada en el gobierno israelí… que descartaron la evidencia que señalaba lo contrario.”

Nótese la percepción de la incapacidad palestina —y la docilidad consecuencia del miedo — así como el reconocimiento que la operación era tan visceralmente impensable que los sionistas, así como los europeos de 1792, descreían a sus propios ojos. Así es la arrogancia del imperio, y ahí se encuentra su destrucción.

El imperialismo descansa en esa idea, en la centralidad y la supremacía de si mismo sobre aquellos que esperan la conquista y la civilización. La primacía del imperio se basa en la subalternidad del Otro. La superioridad imperial se basa en la inferioridad de los nativos. Aún así, paradójicamente, esta subalternidad e inferioridad es indispensable para la primacía y superioridad del imperio y lo europeo. Eventos como la Revolución Haitiana, el Atentado del Milk-Bar1, y la Inundación de Al Aqsa, invierten, revierten o destrozan completamente estas jerarquías.

Por esto, para el nativo, esta violencia es una “fuerza desintoxicadora,” “Libra al colonizado de su complejo de inferioridad, de sus actitudes contemplativas o desesperadas. Lo hace intrépido, lo rehabilita ante sus propios ojos.”2 En consecuencia, si el nativo es librado de su complejo de inferioridad, ya no es inferior; si ya no es inferior, el colonizador ya no es superior; si el colonizador ya no es superior, la idea del imperio se ve comprometida, los ídolos colapsan, y el imperialismo cae.

Así, Fanon escribe “es precisamente en el momento en que [el nativo] se da cuenta de su propia humanidad cuando empieza a afilar las armas que le darán la victoria.” La función de las teorías que racionalizan dilucidando lo impensable se hace aparente — is la preservación del dominio, de la jerarquía, del futurismo colonial, del ser imperial.

La amenaza planteada por cualquier acto de resistencia de los nativos en cualquier parte del mundo colonizado no es sólo una amenaza material a su objetivo inmediato o el señorío local sino un azote a la existencia del imperio y el imperialismo como un todo. En las siempre pertinentes palabras de Ghassan Kanafi 3, “el imperialismo ha posado su cuerpo sobre el mundo, la cabeza en el Este Asiático, el corazón en el Medio Oriente, sus arterias alcanzando África y América Latina. Donde sea que golpees, le dañas, y ayudas a la Revolución Mundial.”

Debo concluir con una explicación. Tuve la idea de este artículo desde el 7 de octubre. He pensado en escribir esto desde ese día pero me encontré impedido a hacerlo por la devastación del genocidio. ¿Cómo puedo escribir de algo que no sea el genocidio? En efecto, mientras leías este artículo un niño palestino — el alma de la vida de alguien — fue asesinado en Gaza. Cada 7 minutos. Mientras los días se hacían meses, pensar, hablar, o escribir acerca de algo más se sentía cada vez más inapropiado, incluso inmoral. Tras debatirme sin fin, recordé el patrón de la historia colonial — tras un acto de resistencia de los nativos viene la brutalidad más feroz y desenfrenada del colonizador. Está pensada para enseñar una lección, para hacer que el nativo olvide sus triunfos — cuan pequeños sean — para sumergirlo en fuego y ahogarlo en sangre hasta que es consumido. No podemos dejar que este borrado de su conquista pase sin ser confrontado.

Mientras miramos a las agencias de noticias, los políticos, los ideólogos, y los espectadores hacer explicaciones para descartar lo que no tiene precedentes, quitándoles a los palestinos su agencia — y su humanidad — debemos reconocer que están en juego los engranes de la maquinaria imperial, desinfectando, civilizando y trivializando. Mientras caen las bombas en Gaza, buscando destruir en los palestinos la memoria de su victoria, enterrando el vislumbramiento de su liberación en los escombros y borrando en la memoria del mundo su presencia, no podemos olvidar. El 7 de octubre, palestina derribó el orden mundial imperial y hoy, o mañana, en diez años o en cien, será libre.


  1. Se trata de un atentado durante la lucha por la independencia de Argelia, donde las guerrilleras del Frente Nacional de Liberación introdujeron bombas a los cafés de la barrio francés de Argelia. El evento está representado en la película de Gilo Pontecorvo La Batalla de Argel. Nota del traductor.↩︎
  2. Franz Fanon, Los Condenados de la Tierra, traducción de Julieta Campos. Nota del traductor.↩︎
  3. Autor palestino, militante del Frente Popular de Liberación de Palestina, asesinado por el Mossad en Beirut en 1972. Nota del traductor.↩︎

El rol de la Autoridad Palestina se ha vuelto el deslegitimizar a la resistencia palestina.

La AP se ha vuelto una herramienta para deslegitimizar a la resistencia armada palestina, yendo más allá de la cordinación de seguridad con Israel. Frente al genocidio que Israel realiza en Gaza, se ha vuelto un colaborador directo.

Samer Jaber – Mondoweiss – 28 de Enero, 2024.

(Traducción Benjamín Argumento)

La Autoridad Palestina (AP) funciona como una herramienta apara deslegitimizar a la resistencia armada y obstruir el surgimiento de un liderazgo nacional alternativo. Israel, junto con sus aliados estratégicos —Estados Unidos y Europa Occidental —usan estratégicamente a la AP no sólo para deslegitimizar a la resistencia armada, sino también para impedir que facciones que son rechazadas por el aparato político estadounidense representen al pueblo palestino.

Esta estructura aboga por un Estado Palestino con soberanía limitada, desmilitarizado y, notablemente, no como un objetivo independiente sino como resultado de un acuerdo negociado. Además, la estructura para un acuerdo político excluye el derecho de los ciudadanos palestinos de retornar a sus hogares — uno de los principios fundamentales de la causa palestina.

La dirección oficial palestina, dirigida por el presidente de la AP Mahmud Abbas, tiene control tanto sobre la AP como sobre los espacios de decisión y las instituciones de la Organización por la Liberación de Palestina (OLP). Esta dirección no sólo aceptó el esquema político empujado por Estados Unidos, también fracasó en lograr cualquiera de sus objetivos nacionales, poniendo en riesgo a toda la causa palestina. Desde que fue establecida en 1994, la existencia de la PA y su alineamiento con las políticas de Estados Unidos han dado a Israel el tiempo y las condiciones para avanzar su política de asentamientos coloniales, especialmente en Jerusalén, sin ser interrumpida.

Desde el inicio de la guerra de Israel contra Gaza el 7 de Octubre, el liderazgo oficial palestino ha aumentado sus actividades en el rol que los Estados Unidos habían planeado para él. La dirección de la AP ha publicado varias declaraciones, sea en entrevistas o en discursos televisados, principalmente concentrados en condenar y desaprobar a la resistencia armada. Dicen que las facciones armadas no representan al pueblo palestino, y algunos han culpado a las facciones de la resistencia, especialmente a la Resistencia Islámica (Hamas), de actuar de forma irracional por enfrentar militarmente al formidable Israel, lo que causó la crisis humanitaria en Gaza.

En un discurso político en el noveno día de la guerra, el presidente de la AP criticó a Hamas, afirmando que sus acciones no representan al pueblo palestino. Enfatizó que la OLP, que ellos controlan, es el único representante legítimo del pueblo palestino y resaltó el papel de la resistencia pacífica como el único medio legítimo para oponerse a la ocupación Israelí. Vale la pena notar que esta declaración fgue retractada por su oficina, pero efectivamente sugirió un rechazo a la lucha armada y un cuestionamiento a su legitimidad.

Hussein al-Sheik, Secretario General del Comité Ejecutivo de la OLP y uno de los potenciales sucesores del presidente Abbas, resaltó en una entrevista a finales de diciembre con Reuters la importancia de tener una Autoridad Palestina gobernando tanto Cisjordania como la Franja de Gaza. Al-Sheik, deslegitimizando el enfoque político de Hamas, pidió que esta hiciera «un balance serio y honesto, y reconsiderara todas sus políticas y métodos». Esta declaración desencadenó una fuerte condena de parte de las demás facciones palestinas.

A mediados de Enero de 2024, Ahmad Majdalani, un ministro de la AP y miembro del comité ejecutivo de la OLP, afirmó en una entrevista que «Hamas en su forma actual, con su programa actual, y su discurso político actual, es una organización terrorista». A pesar de que las palabras de Majdalani recibieron un rechazo generalizado de los ciudadanos palestinos, no se retractó de su postura.

Riyad al-Maliki, el ministro de relaciones exteriores de la AP, delineó las condiciones para que Hamas pudiese ser integrada en la AP en una entrevista en árabe para Euronews del 22 de Enero, 2024. Estas condiciones incluyen que Hamas se transforme en un partido político, que renuncie a la lucha armada, y que entregue sus armas. Enfatizó que Hamas tenía que reconocer todas las resoluciones de la ONU sobre Palestina, en especial la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU 242 y 338, enmarcando el conflicto en las fronteras de 1967, lo que quiere decir que no debía de hablar del conflicto político que había antes de esa fecha.

Al-Maliki resaltó que si Hamas quería ser considerado un grupo legítimo, debería reconocer el derecho de Israel a existir sin usarlo como moneda de cambio. Más importante aún, le pidió a Hamas reconocer la elgitimidad de los acuerdos de paz de Oslo, que dieron pié al establecimiento de la AP. Al imponer estas condiciones, que no sólo Hamas, sino varias facciones de la resistencia palestina rechazan, tenía como objetivo comunicar que los métodos de la dirección oficial palestina son los únicos legítimos para llevar adelante la lucha palestina.

No sorprende la posición de la AP, considerando que los acuerdos interinos de paz de Oslo con Israel, que delinean el rol de la AP como contratista de seguridad para Israel a cambio de ciertos beneficios específicos relacionados a administrar las poblaciones palestinas. La AP ha cumplido obedientemente este mandato, llevando a cabo de manera rutinaria arrestos y vigilancia individual, sin importar si están implicados en acciones contra Israel o son activistas en contra de las prácticas corruptas de la propia AP.

La AP, estratégicamente, no sólo tiene como objetivo deslegitimar a la resistencia sino también ha aumentado sus acciones represivas contra esta. Reprimió manifestaciones y marchas en apoyo a Gaza en ciudades de Cisjordania, disparando contra los manifestantes y atacándolos, con el resultado de varias muertes palestinas. Además, la AP ha detenido recientemente a individuos que han expresado su apoyo a la resistencia palestina. Simultáneamente, la AP y su partido político, Al Fatah, han orquestado manifestaciones en apoyo al presidente Abbas. En estos eventos y el redes sociales, miembros de Fatah y de su aparato de seguridad han señalado a cualquiera que critique las posturas de la AP como gente que siembra la división entre el pueblo palestino y el liderazgo de la AP.

Además, la administración Biden, al considerar los escenarios que se abren después de la guerra para lidiar con la Franja de Gaza, y asumiendo una victoria de Israel, ha contemplado asignar a la AP el rol de administrar la Franja., en colaboración con fuerzas Norteamericanas y las llamadas fuerzas internacionales. De acuerdo a numerosos reportes en medios, incluido The Washington Post, el Secretario de Estado de Estados Unidos ha sostenido discusiones con Abbas, quien ha expresado su disposición de participar en ese arreglo.

La AP ha ido más allá de los límites de una coordinación de seguridad con Israel y ahora está predominantemente implementando una agenda de seguridad alineada con los Estados Unidos e Israel. Esto ha colocado a la AP en una posición difícil, haciendo arduo el justificar ante los palestinos de a pié porqué esas acciones son necesarias, en particular ante la guerra de Israel en Gaza. Consecuentemente, la AP es cada vez más percibida como un colaborador directo con Israel. Este sentimiento está reflejado en la última encuesta, donde el 60 por ciento de los palestinos pide la disolución de la AP, y 90% exige la renuncia del presidente de la AP Mahmud Abbas.